Espera le obsequien su alta médica para poder volar este martes por la noche a Ekaterimburgo y apoyar al Tri.
El aficionado regio dice que ha tenido en Rusia una aventura mundialista digna de pesadilla, pero afortunadamente todo al final se ha acomodado para que siempre termine apoyando a la Selección Mexicana.
Y es que además de estar convaleciente por una cirugía de emergencia a la que se sometió ayer para extirparle la vesícula biliar, ya perdió dos vuelos de avión y en un viaje de autobús rumbo Rostov del Don sufrieron un accidente.
Con todo y que pasó en solitario la noche en el hospital —donde llegó en ambulancia—, Luis Enrique dice que no cambiará por nada este viaje, pues ha experimentado sensaciones únicas adentro del Estadio Luzhniki cuando México venció 1-0 a Alemania, y apenas el fin de semana en la Rostov Arena cuando el Tricolor derrotó 2-1 a Corea del Sur.
“Espero que me den de alta hoy. Los del tour con los que vengo salen a las 11 de la noche, así que espero que me dejen viajar para estar en el juego», dijo Luis.
«Nunca imaginé que me pasaran tantas cosas en el viaje, parece película de terror algunas cosas que me han pasado.
«Al llegar a Moscú de Rostov me comenzó a doler el estómago y pues tuve que marcar a un número de emergencia, vinieron y me dijeron que tenían que llevarme al hospital, y ya acá me dijeron que tenían que operarme, que en menos de 12 horas lo tenía qué hacer sino podía morir».
Pero eso es lo último que le pasó a Luis Enrique, quien en Monterrey tiene una empresa de automatización.
Tenía boleto para la inauguración y casi no llega. Perdió el vuelo, pero encontró la forma de trasladarse a Moscú para ver el Rusia ante Arabia Saudí.
«La historia de este viaje comienza desde mucho antes, han pasado varias cosas, primero perdí el vuelo de Milán a Moscú, un día antes de la inauguración, agarramos un tren y sí agarré un vuelo y llegué a la inauguración», contó.
El segundo y tercer escenario de pesadilla se dio previo al viaje a Rostov.
Un accidente de carretera le impidió al grupo tomar el vuelo de avión. Llegaron tarde y tuvieron que armar un plan B: alquilar un autobús entre casi 20 personas con un costo superior a los 65 mil pesos entre todos.
Comenzó la travesía y se les reventó un neumático. Pero la suerte le sonrió y alcanzó Luis a llegar corriendo otra vez.
«Sabía que sería una aventura este viaje. Ando solo, pero vengo en un tour de varias personas. Pagamos un tour bastante caro, pero jamás me imaginé que pasaran tantas cosas».
Ahora, Luis está en el hospital y confía en que la suerte lo ponga de nuevo viendo al Tri.